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domingo, 28 de marzo de 2010

Saber Amar


Al plantearme escribir sobre mi profesión no se me ocurría con que tema arrancar.
Me autorice y empecé por donde se debe, el comienzo. Dónde empieza una relación terapéutica? En la demanda de análisis, en el llamado telefónico; eso que se escucha es el motivo, lo más aparente, lo externo, el color, en definitiva la queja.
De eso que molesta, es de lo que más se escucha, del dolor en la pareja, del amor y del des-amor.

En definitiva, voy a hablar del amor, de aquello que une, que separa se sufre y se goza. Eso tan difícil de describir y definir. Desde Julieta y Romeo pasando por Beatrice, hasta la novelita de moda, todos lo abordan, está en el aire. Se vive.

Volviendo a la psicología, qué se busca en una terapia sino amor, el amor de la escucha, que se encuentra sino silencio, la abstinencia terapéutica. El eterno desencuentro del amor, el silencio.
Actualmente se busca disolver la angustia, aun la provocada por el amor, el análisis nos conduce a una nueva angustia, más Real, provocada por el deseo. Por lo más propios e íntimos. Aquellos de los que el sujeto nada sabe pero los actúa. Donde se comienza a elegir separase de la levedad contemporáneo y aferrarnos al peso del pensamiento y las pulsión.

Entonces de lo que se adolece es de amor, de parejas, del otro. Lo que se oculta es el sujeto, su propia ética, su responsabilidad. Que se oculte el sujeto implica que el otro se aleje y así se arma un ciclo realimentado de cuesta abajo. Y el otro no cesa de ausentarse. No lo encontramos por ningún lado; y menos, si se busca con la metáfora de la media naranja o la llave y la cerradura.

Ante la repetitiva frase, el/ ella no me quiere, me dejó; debemos preguntarnos qué hay de “uno” en todo esto. En otras palabras, cuánto de elección inconsciente hay?
La publicidad ataca al doliente, al dejado, parejas felices por todos lados, “ser solo” es signo de fracaso, la pareja como partenaire del no-pensar está de moda. Los medios de comunicación (des)informan de nuevos métodos de combatir la angustia y no se enfrenta la base del problema, Benedetti como buen “analista”, se hacia cargo y escribía: “… la culpa es de uno que no enamora…”

Hay que encontrarle sentido a la angustia. Se podría definirla como aquella emoción que nos prepara para enfrentar al peligro o al deseo, entonces tendríamos que usar la angustia como motor de empuje, darle un nuevo espacio, no borrarla con el ansiolítico que venden en cadenas de farmacias. Romper con el “¡llame ya y pare su angustia!”, qué hay detrás de ello? Mas productividad para el mercado, y el sujeto? Que se arregle como en “Un mundo feliz” de A. Huxley. A partir del análisis de la transferencia y del “amor de transferencia”, como lo llamó Freud, es que se puede trabajar estas cuestiones de la angustia, para resolver los conflictos que la desencadenan y desplegar el deseo.

Para cerrar este círculo que no cierra, planteo la pregunta: qué hacer con el amor? Cómo amar? Se debería lograr sacar del amor, lo necesario y disfrutar de lo contingente del amor, amar en presencia, que se ame el saber, el saber que se ama.

Esteban Nuñez
Psicólogo

miércoles, 17 de marzo de 2010

Uno solo en el medio


Decidido a incursionar en la escritura y dejar de hablar se me ocurrió empezar por un juego. Fundamentalmente por dos razones; por lo importante del jugar aun siendo adultos, y la segunda razón es por la metáfora que se produce con los juegos.

Lo llaman senku o “uno solo en el medio”. El objetivo es intentar limpiar el tablero saltando las clavijas encima de otras clavijas. Cuando salte una clavija por encima de otra, ésta segunda clavija se quitará del tablero. Los movimientos permitidos son horizontales y verticales. El mejor resultado es cuando queda sólo una clavija y en el medio.
Para que el juego sea posible es absolutamente necesario que falte una ficha, que haya un agujero. De esa manera se puede dar el primer salto se cubre el agujero y como resultado ahora hay dos lugares libres.
O sea, para poder jugar necesitamos la negación del “todas las fichas”. El tablero no debe estar lleno, sino que debe haber una menos. Se da el juego a partir de algo que falta.
Lo voy a bautizar el juego del no todo. La regla fundamental sería que está prohibido tenerlo todo en el juego.

He aquí la metáfora: Un hueco en lo real/ realidad es condición necesaria para la circulación, para el movimiento, es fundamental el silencio para diferenciar las notas musicales y obtener una melodía, las pausas y los puntos para entender una frase, que presione la barra espaciadora cada una cierta cantidad de letras para que algo se entiende (será posible que se entienda?). A diferencia de un embotellamiento de autos que es producto del no-hueco.
Esa falta, ese punto que hace de inflexión y nos da el entendimiento es el promotor de toda búsqueda en el ser hablante. Es el promotor del deseo, de la búsqueda de lo deseado. Es el andar que hace camino diría Machado. Es aquello que hace que nos movamos, que encontremos y que nos siga faltando, es el imposible y es la insatisfacción. Y no debe dejar de pulsar. Eso que pulsa, que se nos escapa como arena entre las manos es el deseo. El deseo que nace a partir de la negación del todo.

Entonces siguiendo con el juego nos metemos con la negación y el uso del NO. En este juego, el no todo posibilita el comienzo. En otros espacios el NO, tanto a nivel estructural con explicito en la boca de alguien, da lugar a la apertura de múltiples espacios y a la clausura de alguno. Es necesario ese No para el ordenamiento del niño, para la compulsión de adulto. Ese no, cuando es sensato ayuda, aconseja, aunque disguste nos ayuda aun a negarlo.
Desde algunos espacios se intenta tapar ese no, desde el discurso capitalista- consumista a partir de una sobredimensionada oferta se intenta taponar la insaciable demanda.

Para que finalice el juego y si nos va muy bien, dejaremos una sola ficha en el medio. Por lo tanto nos llevamos todas menos una. El ganador del juego también se lleva no todo. No hay forma que algo vuelva a saltar por además del agujero se necesitan dos fichas mínimos para seguir jugando.
Por lo tanto, esa falta que todo el tiempo nos empeñamos en saldar y no lo logramos, esa falta que queremos suplir con objetos, es la única capaz de hacernos mover, es causa de aquello que buscamos en la consecuencia, es el principio de lo que creemos el final. Ahí donde llegamos volvemos a empezar. A no desesperar! gracias a la falta, al no todo, podemos jugar al senku, podemos esperar el trabajo ideal, ese objeto que nos falta o ese objeto que no fabrican más y sobretodo podemos comunicarnos. Juguemos el juego del no todo.

Esteban Nuñez
Psicólogo